El Palacio Salvo es un emblemático edificio de la ciudad de Montevideo realizado entre 1923 y 1928, año en que se inaugura. Fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1996. Está ubicado en la avenida 18 de julio -principal avenida de la ciudad-, frente a la Plaza Independencia. En dicha plaza se ubican hoy el mausoleo a José Gervasio Artigas (héroe nacional uruguayo, cuya estatua fue colocada en 1923) y el edificio de la Presidencia de la República -Torre Ejecutiva-, entre otros hitos significativos. Edificado por los hermanos Ángel, José y Lorenzo Salvo, acaudalados industriales textiles, fue diseñado por el arquitecto italiano Mario Palanti y llegó a ser el edificio más alto de Sudamérica hasta 1935, cuando fue superado por el Kavanagh de Buenos Aires. El programa que albergaba resulta muy original para el Montevideo de la época, y una clara evidencia de las esperanzas que la evolución de la ciudad impulsaba en las clases dominantes: un mix de hotelería, oficinas y centro comercial. El lote, de 33.50 metros sobre la avenida 18 de Julio y 53.70 metros sobre la Plaza Independencia, permitió acomodar en su interior salón de baile, comedor, teatro, un club de billar, hotel y aproximadamente 400 apartamentos -viviendas en su mayoría y otros de oficinas-, alojando en total unas 2000 personas. Tiene una altura máxima de 115 metros desarrollada en 31 plantas: dos sótanos, planta baja, un entrepiso y 26 pisos altos, de los cuales 16 son en forma de torre rascacielos, más una plataforma-azotea. Semejante proeza técnica requirió contar con el apoyo de empresas internacionales especializadas en la construcción de edificios, como la Dyckerhoff & Widmann, realizadora además del Estadio Centenario y del Hospital de Clínicas, entre otros, quien envió a nuestro país al Ingeniero Adolf Hartschuh para encargarse de los proyectos estructurales. Sobre la cúpula que corona la torre se ubicaba un faro con espejo parabólico, cuyo alcance se estimaba en 100 km. La intención del arquitecto era establecer un diálogo con el Palacio Barolo de Buenos Aires, obra suya de gran similitud que también portaba un faro de estas características. En el Uruguay batllista, que impulsaba la industrialización y la legislación de avanzada, la arquitectura reno- vadora se posicionaba en el lugar más significativo de la ciudad, aunque teñido de una confusa contradicción entre tecnología moderna, tipología renovadora y lenguaje ecléctico.
* Extraído del libro “5 narrativas, 5 edificios”, Bienal de Arquitectura de Venecia, 2010. Sebastián Alonso, Martín Cracium, Emilio Nisivoccia, Lucio de Souza.