El proyecto que mereció el fallo favorable del jurado pertenece al arquitecto Don Ernesto Vespignani, residente en Buenos Aires.
Es una variante del estilo bizantino hecho bajo la inspiración de la gran basílica de Santa Sofía de Constantinopla, joya de la arquitectura cristiana, la que será siempre el prototipo de este estilo tan perfecto en su organismo como admirable en su ornamentación. Responde el edificio proyectado a la orientación tomada en los últimos tiempos por los mejores monumentos religiosos como la basílica de Montmatre de París, la catedral de Marsella, la nueva catedral de Westminster en Londres y la de San Luis en Estados Unidos.
El arquitecto desarrolló la planta en forma de cruz griega. Se eleva en el centro la cúpula peraltada sobre los cuatro arcos torales y pechinas, contrarrestándose el empuje por las dos bóvedas ábsides de igual diámetro sobre el eje longitudinal del edificio y a los lados por los muros, con sus característicos contrafuertes.
A esa fórmula de organismo corresponden las cuatro torres que se elevan sobre los pilares torales, consolidando los estribos de los arcos y coronando la cúpula, como también la graduación de la altura de las masas que constituyen la forma piramidal tan majestuosa en su conjunto.
La ornamentación del santuario está cuidadosamente estudiada en sus decoraciones, mosaicos, revestimientos de mármoles y granitos, de cuyo conjunto resultará una obra que, además de su significación religiosa, será un triunfo interesante del moderno arte cristiano.