El Pabellón del Bicentenario de la Batalla de las Piedras constituye otro de los proyectos generados a partir del Primer Premio del Concurso de Remodelación del Parque Artigas. Por consiguiente, debe entenderse en relación a sus lógicas de creación, que se resumen someramente a continuación.
Debido a lo urgente de los plazos planteados y la escasez de medios disponibles se debió pensar con extremo cuidado como utilizar los recursos. A ese respecto, resultaba poco conveniente dispersar el escaso dinero a disposición en equipamiento tradicional o pavimentos demasiado extensos o elaborados para el parque. Optamos, por el contrario, por concentrar energía en una única pieza arquitectónica, que pudiera ser concretada con cierto rigor y calidad, apoyada por una serie de operaciones dispersas, de bajísima energía, de bajísimo costo, pero de un gran efecto paisajístico.
El Pabellón Bicentenario es este único elemento construido de cierto porte que se propone hacia la imagen final del parque. Tiene como finalidad servir de acumulador a una serie de actividades muy diversas, ser soporte de una diversidad de significados, pero por sobre todas las cosas, convertirse en el icono de la operación. Su función principal es ser el disparador de la materialización del parque y su gran comunicador a nivel social.
Pero el Pabellón se plantea, más allá de su finalidad estratégica de propaganda, ser el continente de una serie de actividades socio – culturales entre las que se podrían reseñar: biblioteca pública y museo histórico del sitio (en las alas laterales de la planta inferior); espacio flexible de cohesión social (en sector central de la planta inferior); bar-restaurante (en la parte frontal de la planta superior), y terraza-escenario para espectáculos público (en planta superior mirando hacia el parque).
Su materialidad posee, además de una serie de referencias menores, que vibran en relación a las herramientas de creación del parque, una fuerte potencia simbólica. Su transparencia, su ingravidez, opera por contraste con la preexistencia del Mausoleo del Soldado Oriental, enteramente de granito, enteramente opaco, sobre el que se apoya. Mediante esta decisión se pretende contraponer dos tiempos diferentes en la memoria de la sociedad pedrense, dos formas de acercamiento a los sucesos históricos que se desarrollaron en su territorio. El primero de estos tiempos, el de la dictadura militar, ha dejado como legado un edificio inaccesible, oscuro, camuflado bajo terraplenes, y centrado únicamente en la actividad conmemorativa de lo marcial. El segundo, fruto del primer gobierno comunal de izquierda pretende ser, por el contrario, un edificio translúcido, leve, accesible a toda la comunidad, un lugar donde desarrollar diferentes actividades vinculadas a la memoria, pero también a la construcción participativa del futuro colectivo.
Su materialización, extremadamente sencilla, apela únicamente a la capacidad expresiva de la estructura, conformada por una sucesión de esbeltos caños redondos con diferentes inclinaciones, que refieren a la imagen de las lanzas-tacuara del ejército artiguista. Estos nodos de pilares-lanza juegan con el sutil velado de la envolvente de u-glass, y las superficies continuas de piso y techo, que enmarcan las vistas lejanas al resto del parque y los campos productivos cercanos, verdadero escenario de la lucha independentista.
* Extraído del sitio oficial de Fábrica de Paisaje.