La historia del edificio y sus personajes:
Desde siempre los arquitectos han creado nuevos lenguajes arquitectónicos que parten de la experiencia del pasado pero que se adaptan a las necesidades y a las aspiraciones estéticas del momento.
Andrea Palladio, arquitecto renacentista italiano del siglo XVI, ilustró el lenguaje y vocabulario básico de la arquitectura, cambiando sus nexos y significados. También fue el creador de una concepción revolucionaria de la misma, democratizándola y modernizándola a nivel urbano.
Juan Alberto Capurro fue uno de los artífices de la arquitectura montevideana del siglo XIX, también con una fuerte vocación urbana. Este ingeniero se inspiró en el clasicismo italiano de Palladio, sobre todo en la fachada de esta casa-palacete. Pero es el interior una clara muestra de sus innovaciones.
La puerta de acceso y la escalera noble en el centro, la claraboya (pirámide de hierro acristalada), los miradores, el patio acristalado, las dos plantas, la simplicidad formal y la riqueza decorativa.
Estos también conviven con las técnicas constructivas locales como la techumbre a “la porteña”, gruesas vigas de madera sustentan varillas más finas sobre las que se asienta una cubierta de ladrillo y material.
Francesco Comerci, arquitecto contemporáneo, pone en valor el edificio preexistente y plantea nuevas herramientas para hacerlo compatible con la función demandada. El nuevo acceso –lateral- conforma otra secuencia espacial en la que destacan los volúmenes aéreos y la circulación vertical. Los elementos preexistentes se conectan con otros que ahora aparecen. Sala-aula (caja de cristal con efecto de flotación), pasarelas metálicas con pavimento de cristal, hall de acceso al primer piso recubierto con placas de aluminio, muro cortina del patio y nueva caja de cristal en la azotea son nuevos elementos identitarios del edificio.
De este modo el nuevo rol queda establecido y el diálogo de lo nuevo y lo viejo se materializa en una nueva dialéctica.
* Extraído de sitio web oficial de CFC.
